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No, el filósofo no está en su torre de marfil, elucubrando sobre abstracciones trascendentales. Este manifiesto –breve, directo, contundente– es una suerte de reflexión de emergencia sobre el presente. Una indagación en las medias verdades sobre lo que está sucediendo en Europa, donde se superponen los atentados terroristas del radicalismo islámico –como los de París– con la llegada de una multitud de emigrantes y refugiados.
Žižek, torrencial y visceral, no ... Ver más
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No, el filósofo no está en su torre de marfil, elucubrando sobre abstracciones trascendentales. Este manifiesto –breve, directo, contundente– es una suerte de reflexión de emergencia sobre el presente. Una indagación en las medias verdades sobre lo que está sucediendo en Europa, donde se superponen los atentados terroristas del radicalismo islámico –como los de París– con la llegada de una multitud de emigrantes y refugiados.
Žižek, torrencial y visceral, no está para poner paños calientes, sino para poner el dedo en la llaga. Y así, plantea que no podemos quedarnos en el mero lamento compungido, en la compasión ante las víctimas inocentes, que debemos ir a las causas que generan la espiral de retroalimentación entre el islamofascismo y el racismo. Para ello es necesario superar ciertos tabúes de la izquierda y al mismo tiempo denunciar el capitalismo global que genera nuevas formas de esclavitud, y airear la obscena corriente subterránea de las religiones –que amparan la pedofilia, las agresiones contra las mujeres– y su violencia divina. La solución de esta encrucijada pasa, en opinión del filósofo, menos por la acción militar que por el fomento de la igualdad y la recuperación de la lucha de clases.
El huracán Žižek vuelve a la carga con un libro pertinente, certero y provocador.
«El más peligroso de los filósofos occidentales» (Adam Kirsch, New Republic).
No, el filósofo no está en su torre de marfil, elucubrando sobre abstracciones trascendentales. Este manifiesto –breve, directo, contundente– es una suerte de reflexión de emergencia sobre el presente. Una indagación en las medias verdades sobre lo que está sucediendo en Europa, donde se superponen los atentados terroristas del radicalismo islámico –como los de París– con la llegada de una multitud de emigrantes y refugiados.
Žižek, torrencial y visceral, no está para poner paños calientes, sino para poner el dedo en la llaga. Y así, plantea que no podemos quedarnos en el mero lamento compungido, en la compasión ante las víctimas inocentes, que debemos ir a las causas que generan la espiral de retroalimentación entre el islamofascismo y el racismo. Para ello es necesario superar ciertos tabúes de la izquierda y al mismo tiempo denunciar el capitalismo global que genera nuevas formas de esclavitud, y airear la obscena corriente subterránea de las religiones –que amparan la pedofilia, las agresiones contra las mujeres– y su violencia divina. La solución de esta encrucijada pasa, en opinión del filósofo, menos por la acción militar que por el fomento de la igualdad y la recuperación de la lucha de clases.
El huracán Žižek vuelve a la carga con un libro pertinente, certero y provocador.
«El más peligroso de los filósofos occidentales» (Adam Kirsch, New Republic).